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Envia este chiste por email Velocidades excesivasComo de costumbre el Presidente de Estados Unidos se prepara para ir a jugar al póker a casa de unos conocidos. El chofer, que debía ir a recoger al Presidente delante de la casa Blanca llega un poco tarde, y por ello, el Presidente se pone nervioso y le dice al chofer:- Procura ir rápido para que pueda llegar antes de que comience la partida de póker. Apresúrate que estoy tarde para jugar mi bingo. - Lo intentaré, Señor presidente - dice el chófer – pero tenga en cuenta que el límite de velocidad es de 40 millas por hora. De modo que el presidente de Estados Unidos se acurruca en su asiento, pero no tarda en ponerse nervioso, y dice: - ¡Chófer! Para inmediatamente que me voy a poner yo al volante. Y si nos pilla la policía no se atreverán a sancionarme. Por algo soy el Presidente. Así que el presidente se pone al volante, y el chófer pasa a sentarse en la parte de atrás del coche. Y como era de esperar, el coche acelera y en cuestión de segundos circula a 90 millas por hora donde el límite está establecido en 40. Y tampoco es sorpresa que un policía americano (que como es habitual en el gremio estaba parado en una esquina), se cerciore del exceso de velocidad del vehículo. Consecuencia: el policía acelera aún más, alcanza al coche presidencial y le hace parar en la cuneta. El policía baja de su coche, se acerca al vehículo del Presidente con su libreta en la mano pero inmediatamente se da cuenta de que el que conduce es el presidente, con lo cual pide le indica al conductor que espere un momento y va raudo y veloz al coche policial para llamar a su jefe y decirle: - Comandante, me encuentro ante una situación muy especial. He pillado un vehículo circulando a más del doble de la velocidad máxima permitida, pero… - ¿Y dónde está el problema? – pregunta el comandante- ¡Le pones una multa de campeonato y que aprenda a respetar las normas! - Si, comandante, pero es que … estamos hablando de una persona extremadamente importante… - ¿Y qué importa? – vuelve a preguntar el comandante – Le pones una buena multa y san se acabó. - Insisto comandante que se trata de una persona extremadamente importante… - ¡Pero bueno! ¿Cómo de importante? - No lo sé con exactitud Comandante, pero el chófer de esa persona es ¡el Presidente de los Estados Unidos!
Bill
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